Majdal Shams (Altos del Golán), 31 jul (EFE).- A caballo entre Siria e Israel, el pueblo druso de Majdal Shams trata de recuperarse de una tragedia inimaginable: la muerte, el sábado, de 12 niños que jugaban al fútbol en un ataque atribuido a Hizbulá. Ahora, con la guerra llamando a las puertas, su alcalde lo tiene claro. «No tenemos prisa por irnos», dice a EFE.
Hace una semana, nadie conocía el nombre de Dolan Abu Saleh. Hoy es una celebridad en todo Israel. El alcalde de la castigada localidad drusa, en los Altos del Golán ocupados por Israel, responde a preguntas de los medios y se hace fotos con los equipos de rescate y las autoridades locales que han venido a mostrarle su apoyo.
En el campo de fútbol donde tuvo lugar la tragedia, fotografías, coronas de flores y velas recuerdan a los 12 niños que perdieron la vida tras el impacto de un cohete en uno de los laterales del recinto. El lugar está lleno de banderas negras.
A unos pocos metros está el refugio antiaéreo al que se dirigían los menores cuando fueron alcanzados por el proyectil. Todos se encontraban desperdigados por el campo y corrieron a la zona segura cuando sonaron las alarmas. Pocos segundos después cayó el cohete. «Por eso murieron tantos», explica Abu Saleh, señalando el camino ennegrecido que lleva al refugio y la valla retorcida por la explosión, junto a la puerta del recinto.
Según las autoridades israelíes, el cohete era un Falaq-1 de fabricación iraní, parte del arsenal del grupo chií Hizbulá en el sur del Líbano. El coronel retirado Gideon Harari, del departamento de inteligencia del Ejército, destaca que este tipo de municiones no pueden ser dirigidas con precisión, por lo que era cuestión de estadística que acabara sucediendo una tragedia como la del sábado.
Desde el 8 de octubre, por solidaridad con las milicias palestinas de la Franja de Gaza, el grupo libanés comenzó a lanzar cohetes y drones contra territorio israelí, lo que obligó a evacuar a miles de personas de las comunidades cercanas a la frontera, que viven desplazados en hoteles o en casas de familiares y amigos.
Israel, por su parte, responde atacando posiciones del grupo en todo el Líbano y partes de Siria, lo que ha provocado la muerte de más de 105 civiles, incluidos 18 menores y tres periodistas.
En todo este tiempo, los impactos contra los Altos del Golán, territorio sirio ocupado por Israel tras la guerra de 1967, han sido raros, por lo que no ha hecho falta evacuar a las comunidades de la zona, en su gran mayoría árabes drusos, de origen sirio, que históricamente han rechazado la ciudadanía israelí.
Sin embargo, cada vez más jóvenes reniegan de sus vínculos con el país vecino, y muchos sienten que están más seguros en Israel tras el estallido de la guerra civil siria. Algunos drusos del Golán, aunque pocos, sirven en el Ejército israelí.
Según Harari, el ataque del sábado demuestra que Hizbulá quiere que los drusos de la zona se posicionen a favor de la lucha contra Israel o abandonen la región. «Pero ellos no van a evacuar, se quedan aquí. Son muy buenos guerreros», asegura el coronel.
Abu Saleh, el alcalde de Majdal Shams, reconoce que existe un plan de evacuación para los residentes si la situación en la frontera con el Líbano escala de manera dramática. Pero insiste en que muy mal se tendrían que poner las cosas para llegar a ese extremo.
De momento, nadie sabe si el intercambio de fuego acabará por desembocar en una guerra regional. El asesinato en Beirut anoche del líder militar de Hizbulá, Fuad Shukr, y la muerte de madrugada de Ismail Haniyeh, líder político de Hamás, en un ataque atribuido a Israel en Irán, han hecho saltar las alarmas por el miedo a una escalada. Pero lo cierto es que no está claro cómo responderán ambos grupos.
El portavoz para medios internacionales de la Oficina del Primer Ministro israelí, David Mencer, insiste en que Israel no puede entrar en el juego del grupo libanés, que ha asegurado que dejará de atacar si se firma un alto el fuego en la Franja de Gaza.
«Un acuerdo de liberación de rehenes no afecta a nuestros esfuerzos para empujar a Hizbulá al otro lado del río Litani (la demarcación entre Israel y el Líbano establecida por la ONU en el año 2000)», asegura Mencer a EFE, defendiendo el derecho del país a tomar represalias.
Sus palabras apenas dejan margen de maniobra. Sea mañana, dentro de unos meses o en unos años, la guerra llegará a la frontera, y, entonces, pueblos como Majdal Shams quedarán atrapados en el fuego cruzado.
Jorge Dastis