Publiqué en 1998 El Perón Liberal, fundado en el accionar político del joven Perón y su mundo de relaciones en la década de 1930. En la presente nota no desarrollaré a pleno lo que ya fue escrito con abundantes detalles. De manera que, a vuelo de pájaro, enunciaré lo central de aquel escrito.
La idea de un Perón liberal no se ajusta en esencia a lo que es concebido genéricamente como liberalismo. Sin profundizar, diré que Perón se inclina a una cosmovisión sesgada al historicismo, esto es un liberalismo no iluminista. O, mejor dicho, un liberalismo anti iluminista. Asunto que no será desarrollado en el presente artículo. Solo diré que mientras el iluminismo modifica autoritariamente la realidad a golpes de ideas, el historicismo acompaña en forma ascendente el devenir de la historia o, como decía Perón, en la Comunidad Organizada: “No somos causa, sino apenas una consecuencia de los hechos.”
La identificación de Perón con el liberalismo tiene sentido en la medida de aceptar todo lo que se ha escrito hasta ahora: que el golpe militar de 1930, en el que Perón participó, fue impulsado por las dos grandes corrientes ideológicas, fuertes de aquellos años: el liberalismo y el nacionalismo, tanto militar, como político e intelectual. En una rápida síntesis podríamos, entonces, señalar que la vertiente liberal tenía un Jefe: el general Agustín P. Justo, ministro de Alvear y cabeza de una coalición de partidos identificados con los principios liberales, según lo afirmaban ellos y también sus enemigos, de manera descalificatoria. Con Justo estaban: los conservadores de Buenos Aires y del interior -que no eran lo mismo-; los radicales antipersonalistas y los socialistas independientes; las organizaciones empresariales del campo, la industria y el comercio -al decir de la izquierda kirchnerista, los grupos hegemónicos-; los grandes diarios -La Nación, La Prensa y Crítica-; y las embajadas británica y de Estados Unidos -es decir la oligarquía, que para algunos nacionalistas de cuello duro era maléfica-. Bueno, con ellos estaba Perón.
Entiendo que es un disgusto para muchos peronistas, pero qué se la va a hacer, el Capitán y luego Mayor estaba allí.
A los nacionalistas los capitaneaba el general Uriburu, un nazi-fascista de papel acompañado por un tropel de intelectuales y políticos a la moda europea, esto es, al nazi-fascismo surgente. Leopoldo Lugones redactó la proclama del 6 de septiembre, que fue desechada por Sarobe y Justo y redactada nuevamente por Sarobe. El capitán Perón la imprimió y multiplicó por trescientas repartiéndoselas a los oficiales de la Escuela Superior de Guerra. La participación de Perón del lado liberal del golpe no solo lo confirman los hechos señalados, sino que también en su libro Tres Revoluciones Perón lo corrobora, así como el trabajo de Sarobe Memorias sobre la Revolución del 6 de setiembre lo demuestra del mismo modo.
Pero hay más y muy interesante. En una carta enviada al diario La Nación (12/9/2012) por el nieto de Mariano De Vedia y Mitre, uno de los liberales de aquellos años, muy cercano a Justo, a propósito de una carta de mi autoría sobre la participación de Perón en los hechos, el nieto de Mariano De Vedia y Mitre no solo confirmaba, sino que adicionaba algo inquietante para el peronista clásico: “El señor Claudio Chaves en su carta Perón Liberal, menciona a mi abuelo, Mariano de Vedia y Mitre a quien relaciona con Perón. Quiero aclarar que la relación a que hace referencia fue tan solo en dos oportunidades en que Perón, visitándolo en su casa de la Avenida Quintana y según el propio relato de mi abuelo hizo de nexo entre las fuerzas armadas y los políticos mientras se consolidaba la Concordancia, coalición que llevó a la presidencia de la República al general Justo”.
Todo dicho. No obstante su juventud, Perón contribuyó a crear la Concordancia por lo tanto a la “Década Infame”. Así denominada por los nacionalistas y los radicales de FORJA, no solo por los desfalcos y el fraude, sino -y fundamentalmente- porque aseguraban en sus trabajos, artículos y estudios que la oligarquía liberal había retornado al poder. Por lo tanto, liberalismo, antipatria, corrupción y derecha fueron sinónimos. ¡Perón estaba ahí! No había duda de que eran liberales, pasa que en la historia se hace lo que se puede y no lo que se quiere, por lo tanto, los liberales debieron intervenir, sustituir importaciones, y cerrar el mercado frente a la tragedia de la crisis del 30.
Hoy, frente a ese ciclo, hay una fuerte confusión en el liberalismo que rodea al gobierno de Milei, que podríamos decir ahistórico, pues no contempla los marcos de época poniendo por encima la ideología a la realidad, al menos con el pasado.
La carta que el peronismo no quiere leer
Dos años más tarde, una carta muy extensa de Perón deja en claro el justismo del futuro General del Pueblo. Fechada, para mayor dolor del peronismo, el 17 de octubre de 1931, va dirigida al Teniente Coronel Sarobe, al decir de Perón su maestro (ya desarrollé en su momento el pensamiento colosal de Sarobe). El contexto de esa carta son las elecciones de noviembre de 1931, cuando el candidato de Perón es Justo. Leamos a Perón, sus esperanzas y el temor de que “los peludistas (el yrigoyenismo) resurjan disfrazados de campeones de la democracia”.
“No imagina mi Teniente Coronel cómo han reaccionado los peludistas desde el 6 de setiembre a la fecha. Hoy se sienten fuertes como antes de 1928 y pretenden imponerse nuevamente. No creo que el gobierno les afloje. Estamos a 17 días de las elecciones. Hasta ahora el General Justo es el candidato más seguro, la opinión sana del país, el elemento independiente, la banca, comercio, industria, han movilizado sus fuerzas para ponerlas al servicio del país prestigiando al General para Presidente. El otro adversario está representado por la Alianza, unión un tanto aleatoria de los socialistas rojos con los demócratas progresistas. Es sin duda la desvergüenza en persona. Bien, este es el adversario político del general Justo, su más grande detractor y más peligroso enemigo. Hace una campaña activa y difamatoria en todas partes, pero no creo que el pueblo se deje embaucar y seducir por estos mentirosos y aduladores profesionales. Yo creo que el país está hoy a peligros tanto o más serios que el resuelto el 6 de setiembre, si el buen tino y patriotismo de los ciudadanos no resuelve en los comicios la salvación del país, la paz y el orden interno. Si llegara a ganar la elección la fórmula De la Torre-Repetto apoyados por los peludistas creo que vendrían acontecimientos graves a corto plazo. En general la gente que piensa, entiende que la única solución es el general Justo y creo que será presidente”, expresa.
Por la carta quedan claras dos cosas: primero, su apoyo a Justo; y segundo, si Perón guardaba alguna simpatía por el radicalismo, como el revisionismo aseguró y lo sigue repitiendo, ese radicalismo era el antipersonalismo, los galeritas. Su corazón estaba ahí. Su vicepresidente, Hortensio Quijano, fue una muestra. Es muy graciosa la carta, a los socialistas les dice rojos. El anticomunismo de Perón alcanzaba a Alfredo Palacios, el que fue senador gracias al mitrismo.
Perón a la sombra de Justo
Perón creció política y militarmente bajo la presidencia de Justo. Fue ascendido a Mayor y nombrado ayudante de campo del ministro de Guerra, general Manuel Rodríguez, el hombre de mayor confianza de Justo y el candidato a sucederlo. De no haber muerto, otra habría sido la historia y otra la trayectoria de Perón. El ministro de Guerra del presidente Ortiz, General Márquez, otro justista, eligió a Perón, profesor de la Escuela Superior de Guerra, para que marchara a Europa e informara con mirada estratégica lo que estaba ocurriendo en el viejo continente. Hay mas, pero haría muy extensa la nota. Nos corremos en el tiempo y llegamos a otro momento crucial de la vida de Perón.
Perón en el golpe de 1943
Por las dudas, digamos que fue un golpe deseado y esperado por la inmensa mayoría de los argentinos expresados por la totalidad de los partidos políticos, menos por el partido Comunista, lo cual es toda una definición.
Vamos a ir al galope, pues más extensamente está explicado en el libro De Mitre a Perón. El primer canciller del gobierno militar fue el vicealmirante Segundo Storni, un marino liberal pro británico devenido en pro norteamericano. Envió una carta al Canciller Cordell Hull, solicitándole a los EEUU equipamiento bélico para nuestras fuerzas. Esa carta fue redactada por Perón. Cordell Hull hizo pública esa carta para golpear al gobierno militar, que para él expresaba la derecha nazista, pues el canciller estadounidense respondía al vicepresidente Wallace, quien se identificaba con la izquierda del Partido Demócrata. Una especia de Sanders moderno. Tan cierto es esto, que para las elecciones presidenciales de 1948 Wallace se presentó con una formación política apoyada por el Partido Comunista Norteamericano. Hay infinidad de detalles que ubican a Perón en el espacio de la derecha que dejo para otro artículo, pero no en la derecha nazi-fascista, sino en la tradicional derecha argentina republicana, o al menos lo más republicana posible en aquellos años turbulentos. Nada se puede entender por fuera del contexto histórico.
Finalmente, y para concluir, el affaire con Braden que el nacionalismo vernáculo y FORJA entendieron en pentagrama antiimperialista, ha sido otro error escandaloso. Braden respondía a Cordell Hull y a Wallace, por lo tanto a la izquierda demócrata. Tan grosero fue el error cometido por la historiografía revisionista y nacionalista, que jamás mensuraron que el principal asesor de Braden aquí en la Argentina fue Gustavo Durán, oficial del Ejército Republicano español y militante del Partido Comunista del mismo país. No fue imperialismo, fue la izquierda norteamericana contra la derecha argentina. Tuvo que llegar el Partido Republicano, con Eisenhower, para que Estados Unidos reviera su posición y Perón abiertamente se acercara al norte.