Antaño, la avenida Aviación contaba una historia de quietud. Sus aceras vacías a plena luz del día, la poca presencia de negocios y los locales con persianas cerradas y escaparates cubiertos de polvo componían una imagen de abandono. Desde la ventanilla del bus, esta arteria se mostraba como un desfile de fachadas descoloridas y comercios desiertos, en contraste con las calles vecinas, llenas de carteles coloridos y establecimientos repletos de clientes.
Este panorama cambió luego de que se colocara la primera piedra de la Línea 1 del Metro de Lima en 1986. La avenida Aviación, otrora símbolo de desolación, comenzaba a transformarse con la promesa de la construcción de una enorme ‘serpiente de cemento’. Este puente, que atravesaría los distritos de Villa El Salvador, Villa María del Triunfo, San Juan de Miraflores, Santiago de Surco, San Borja, La Victoria, Cercado de Lima, El Agustino y San Juan de Lurigancho, traía consigo una renovada vitalidad a la zona.
Las persianas cerradas empezaron a levantarse y los escaparates polvorientos se llenaron de vida. Entre tanto, los locales que permanecieron siempre abiertos, empezaron a tener más clientes. Uno de ellos es la pollería ‘Don Tito’, negocio que nació a mediados de la década del 80.
Han pasado 40 años desde que don Alberto atendió a su primer cliente con la misma emoción que ahora transmiten sus hijos. Con el devenir del tiempo, muchas cosas han cambiado, pero lo que se mantiene intacto es la sazón del pollo a la brasa, una que ha sido elogiada nada menos que por uno de los chefs más renombrados del Perú, Gastón Acurio.
Esta admiración es compartida por los nuevos comensales, quienes se acercan al local después de recibir la recomendación de un amigo o familiar. Al saborear un bocado, quizá se interesen en la trayectoria del negocio, una historia poco conocida pero digna de ser relatada.
‘Don Tito’, la pollería que deleitó a peruanos en medio de la crisis
A lo largo de las décadas, la pollería ‘Don Tito’ ha protagonizado una crónica de resistencia. Enfrentó crisis económicas, soportó los oscuros años del terrorismo y, cuando surgieron los minipollos de Metro y Wong, logró mantener su esencia. En cada adversidad, continuó entregando presas grandes, jugosas y sabrosas.
“Nacimos a mediados de los años 80 en el distrito de San Borja ante la creciente demanda de las familias del barrio que buscaban un espacio para comer fuera de sus casas”, se lee en la página web de la pollería. En ese entonces, pocos negocios del rubro de comida se hallaban en la avenida Aviación, lo que representó una oportunidad que el señor Alberto no dejó pasar. Decidió abrir su pollería, relegando a un segundo plano otras aspiraciones.
Antes de abrir su primer local en el distrito de San Borja, don Alberto se dedicaba a un oficio que mantenía cierta relación con el mundo de las pollerías. En diálogo con Gastón Acurio, Piero Fiorini, hijo de Alberto, reveló que su progenitor solía vender pollos crudos. ¿En una pollería? No, de ser así, nunca habrían alcanzado el éxito que hoy ostentan.
“Mi papá comenzó con ocho mesas y dos hornos. Él siempre se dedicó toda su vida al tema del pollo; antes tenía una avícola y vendía pollos crudos”, contó Piero al destacado cocinero en su programa Aventura culinaria. Tras abrir su primer local, la venta de carne de ave pasó a segundo plano.
Tanto el artífice del negocio como sus hijos disfrutan del pollo a la brasa; sin embargo, en la década de los 80, no tenían muchas opciones para deleitarse con este platillo. “Él sí era fanático del pollo a la brasa. Siempre que salíamos a pasear, íbamos a las pocas pollerías que había”, señaló el descendiente de Alberto al medio citado.
Es preciso señalar que esta actividad la realizaban cuando aún no existía el boom de este potaje emblemático del Perú. El patriarca visitaba los establecimientos con la finalidad de pasar gratos momentos en familia, además de observar cómo se manejaba el negocio y cómo era la estructura del local.
La metamorfosis de la pollería ‘Don Tito’
El tiempo ha jugado a favor de la familia de don Alberto. La avenida que alguna vez parecía deshabitada ahora es un vórtice de actividad, favorecida por la construcción de la Línea 1 del Metro de Lima. Las estaciones del tren han conectado a los peruanos con los negocios ubicados en esta importante arteria de la ciudad.
Ahora bien, el local, que antaño tenía un solo piso, ahora es un imponente edificio. Aunque la estructura ha cambiado, la sazón se mantiene intacta, y aún se pueden encontrar a los mozos que atendían en la década del 90. Así lo señaló un cliente a través de la cuenta de Facebook de la pollería.
“La semana pasada, después de mucho tiempo, fuimos a comer en familia al local original. Fue grato ver a los señores mozos que nos atendían en los años 90, siempre amables y con una sonrisa en el rostro. Nos encontramos con una pareja de amigos contemporáneos, también fieles clientes, que estaban comprando para llevar”, escribió el internauta el 29 de mayo de 2024.
El cliente recuerda que, antes de la llegada del nuevo milenio, este hombre atendía tras un mostrador, encargándose de cobrar. En esos tiempos, se formaban largas colas durante los fines de semana, lo que generaba cierta incomodidad en las personas. Sin embargo, al final entendían que la espera valía la pena.
En la actualidad, don Alberto cuenta con pollerías en varios puntos estratégicos de Lima: av. Benavides 4592, frente al C.C. El Trigal en Surco; av. Flora Tristán 434, en urb. Santa Patricia, La Molina; av. 28 de Julio 1071, a una cuadra de la Vía Expresa en Miraflores; y av. La Marina 2125 en San Miguel. A pesar de tener más locales, la popularidad de su sazón ha hecho que las colas no se reduzcan, manteniendo la misma demanda ferviente que en sus inicios, con clientes dispuestos a esperar por su inigualable pollo a la brasa.