Al Qaeda ha vuelto a poner el foco en Afganistán. El país, gobernado por los talibán desde agosto de 2021, ya fue refugio para el fundador del grupo terrorista, Usama bin Laden, en dos etapas, y quien sería ahora su líder, Saif al Adel, quiere que se convierta en lugar de emigración para los musulmanes de todo el mundo, aprovechando que ahora es un «emirato islámico».
El acuerdo de paz que firmaron los talibán con la Administración de Donald Trump en febrero de 2020 preveía la retirada de las tropas estadounidenses y de la OTAN del país asiático a cambio del compromiso de los insurgentes de que no permitirían que las áreas bajo su control fueran utilizadas de nuevo por Al Qaeda y otros grupos terroristas para lanzar ataques contra Occidente. Fue en este país donde se planificó el que sigue siendo hasta la fecha el mayor ataque terrorista de la historia: los atentados del 11-S en Estados Unidos.
La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca en enero de 2021 no conllevó un cambio de planes y la retirada de las tropas se completó de forma apresurada en agosto, en medio de una ofensiva que llevó de nuevo a los talibán al poder, del que habían sido desalojados dos décadas antes en el marco de la guerra contra el terror que lanzó George W. Bush tras el 11-S.
Sin embargo, los talibán no han dado muestras de haber cumplido con su palabra. En su último informe el pasado enero, el comité de la ONU encargado de dar seguimiento a las sanciones contra Al Qaeda y Estado Islámico advertía de que «la relación entre los talibán y Al Qaeda sigue siendo estrecha y esta última resiste en Afganistán bajo el patrocinio de los talibán».
En este sentido, indicaba que había presencia de altos cargos de Al Qaeda en territorio afgano –aunque una cifra inferior a la docena– y señalaba que el grupo terrorista había establecido «hasta ocho nuevos campos de entrenamiento» en el país, cuatro de ellos en las provincias de Ghazni, Laghman, Parwan y Uruzgán. Asimismo, contaba con cinco madrasas (escuelas coránicas) en Laghman, Kunar, Nangarhar, Nuristán y Parwan.
Al Qaeda también tiene, de acuerdo con este informe, «refugios para facilitar los desplazamientos entre Afganistán e Irán, en las provincias de Herat, Farah y Helmand, además de otros refugios en Kabul». Según el documento, elaborado en base a la información de Inteligencia de los estados miembro de la ONU, hay personas que viajan entre los dos países para servir de enlace entre Al Adel, quien se encuentra presuntamente en Irán, y los altos cargos que están en Afganistán.
AL ADEL, UN LÍDER SIN CONFIRMAR
Al Adel es considerado como el sucesor de Ayman al Zawahiri, ‘número dos’ de Bin Laden y que lideró el grupo terrorista desde la muerte de este hasta su fallecimiento en un ataque con dron por parte de Estados Unidos contra la vivienda en la que residía en Kabul el 31 de julio de 2022. Al Qaeda no ha confirmado hasta la fecha la muerte de Al Zawahiri ni tampoco que Al Adel, primero en la línea sucesoría, sea el nuevo líder, si bien tanto el citado comité como los expertos en yihadismo lo dan como seguro.
El veterano yihadista egipcio se encontraría aún en Irán, país en el que se refugió junto a otros líderes de Al Qaeda en su momento y donde estuvo encarcelado hasta 2015, si bien no hay ninguna certeza respecto a su paradero o si habría conseguido ganar territorio afgano en los casi dos años transcurridos desde que se convirtió de facto en el líder.
Con todo, Al Adel tiene muy en mente Afganistán. En un reciente artículo publicado en As Sahab, el principal medio de Al Qaeda, bajo el alias de Salim al Sharif, el líder de Al Qaeda llama a los musulmanes de todo el mundo a emigrar a Afganistán, dando a entender con ello que considera que es un refugio seguro para ellos.
Bajo el título ‘Esto es Gaza: una guerra existencial, no una guerra de fronteras’, Al Adel defiende que los musulmanes «interesados en el cambio deben ir a Afganistán, aprender de sus condiciones y beneficiarse de su experiencia», en aparente alusión a la lucha de los talibán, que han conseguido hacerse de nuevo con el poder y gobernar el país desde hace casi tres años.
El líder de Al Qaeda se dirige en particular a los musulmanes en los países occidentales, a quienes advierte de que lo más seguro para ellos es trasladarse al país asiático y les anima a que una vez estén allí compartan su riqueza y sus conocimientos.
ENTRENARSE ANTES DE ATENTAR EN OCCIDENTE
Al hacer este llamamiento a emigrar, «Adel usa la actual guerra en Gaza como un catalizador para animar a la gente a viajar a Afganistán para obtener entrenamiento, experiencia y conocimientos antes de llevar a cabo ataques contra objetivos ‘sionistas’ y occidentales en todo el mundo», destacan en un artículo en Long War Journal su editor, Bill Roggio, experto de la Fundación para la Defensa de las Democracias (FDD), y Caleb Weiss, analista de este medio especializado y de la Fundación Bridgeway.
Así destacan, que en su artículo Al Adel advierte de que «la continuación del genocidio (en Gaza) exige que todos los pueblos islámicos golpeen todos los intereses sionistas (tanto occidentales como judíos) en todos los territorios islámicos» y agrega que «este golpe debe ser doloroso, ya que vamos muy tarde en hacer lo que se requiere de nosotros».
«Debemos arrastrar al Occidente sionista a una guerra final en varias partes del mundo para agotarlo y quebrarlo y que así caiga para nunca volverse a levantar», reivindica también en su mensaje, según resalta Kévin Jackson, director de investigación del Centro para el Análisis del Terrorismo (CAT) en su cuenta en X.
Asimismo, en su artículo el líder de Al Qaeda sostiene que «golpear en América y Occidente (…), llevar el conflicto a la tierra del enemigo y golpear su economía» es clave para proteger los frentes yihadistas. En este sentido, según resalta Jackson, reivindica que «las células durmientes y los lobos solitarios son una fuerza de disuasión que previene que el enemigo cruce fronteras».