(Por Robin Foster – HealthDay News) – Durante la menopausia, muchas mujeres que aumentan de peso se dirigen al gimnasio para hacer ejercicios intensos, pero una nueva investigación sugiere que hacer demasiado ejercicio podría ayudar a desencadenar otro efecto secundario: los bochornos.
En un informe publicado en la revista Menopause, los investigadores encontraron que hacer ejercicio demasiado vigoroso podría aumentar el riesgo de sofocos.
¿Por cuánto? Los aumentos bruscos en la actividad física aumentaron las probabilidades de bochornos objetivos y subjetivos en un 31% y un 33%, respectivamente.
“Este estudio muestra un vínculo entre los aumentos en la actividad física y los sofocos subjetivos y objetivos posteriores tanto en los periodos de vigilia como de sueño”, señaló en un comunicado de prensa de la revista la Dra. Stephanie Faubion, directora médica de la Sociedad de la Menopausia (Menopause Society). “Los médicos pueden aconsejar a los pacientes sobre este vínculo, al tiempo que reconocen los múltiples beneficios bien conocidos de la actividad física”.
Mientras tanto, la temperatura fue solo un factor que contribuyó a los sofocos subjetivos mientras se duerme, aumentando el riesgo de padecerlos en un 38%.
«Debido a que la temperatura durante el sueño afectó a las probabilidades de tener un sofoco, modificaciones como el uso de mantas y ropa de dormir más ligeras, además de mantener la temperatura ambiente más fresca, podrían ayudar con los sofocos nocturnos», añadió Faubion.
Los sofocos son uno de los síntomas de la menopausia que se experimentan con más frecuencia, y un 80 por ciento de las mujeres los experimentan, señalaron los investigadores. Estudios anteriores han demostrado que una caída en los niveles de estrógeno desencadena cambios en el hipotálamo que controlan la temperatura corporal.
Si bien el ejercicio tiene muchos beneficios para la salud y el bienestar, también puede aumentar la temperatura corporal y se sospecha que es el culpable de los bochornos.
Investigaciones más recientes han demostrado que realizar más actividad física de lo habitual en un día se relacionó con más informes de sofocos. Sin embargo, los investigadores enfatizaron que era igualmente importante evaluar objetivamente los sofocos con la monitorización física, porque no todos los sofocos son perceptibles, sobre todo por la noche, cuando las mujeres quizá no se despierten durante un sofoco.
El estudio más reciente, dirigido por Sarah Witkowski, del Departamento de Medicina del Ejercicio y el Deporte del Smith College en Massachusetts, involucró a casi 200 participantes en las tres etapas de la menopausia (premenopausia, perimenopausia y posmenopausia).
¿Qué encontraron? Hay probabilidades significativamente más altas de picos en la actividad física que preceden a los sofocos objetivos y subjetivos durante los períodos de vigilia y sueño.
«Estos datos respaldan la premisa de que, al menos durante los meses que no son de verano, la actividad física y la temperatura ambiente más cálida durante el sueño se asocian con los sofocos», escribieron los investigadores. «Estos resultados se pueden utilizar para informar a los pacientes de que los aumentos agudos en la actividad física durante el día pueden ir seguidos de sofocos; Sin embargo, la actividad física tiene numerosos beneficios para la salud, y no se debe desalentar a las mujeres del movimiento físico en la mediana edad».
Más información: El Instituto Nacional sobre el Envejecimiento ofrece más información sobre la menopausia. FUENTE: Sociedad Norteamericana de Menopausia, comunicado de prensa, 29 de mayo de 2024.
* Robin Foster HealthDay Reporters ©The New York Times 2024