La senadora Xóchitl Gálvez, 61 años, es la elegida por los tres grandes partidos de la oposición mexicana para las elecciones de este domingo. Tras convertirse en todo un fenómeno político auspiciado por las élites económicas del país, ha ido perdiendo peso hasta el punto de que pocos ya confían en que pueda ser capaz de detener la probable reelección del oficialismo que representa Claudia Sheinbaum.

En un primer momento, se preveía que Gálvez disputara la jefatura de Ciudad de México en las elecciones de este domingo, en las que también están en juego la conformación del Congreso, varias gobernaciones –incluida la capitalina– y 1.600 puestos de carácter local, pero la oposición acabó decantándose por presentarla como precandidata a las generales por su coalición ‘Fuerza y Corazón por México’.

Dicha coalición está conformada por la terna que representan el Partido Acción Nacional (PAN), el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que a diferencia de los dos primeros es de corte progresista y bajo cuyas siglas se presentó López Obrador en las elecciones de 2006, en las que se impuso el PAN bajo acusaciones de fraude electoral.

Ingeniera y fundadora de dos empresas tecnológicas, así como de una organización de mujeres indígenas, fue en una comisión nacional para el desarrollo de los pueblos originarios donde comenzó su carrera política en el sexenio del presidente Vicente Fox, intentando luego sin éxito ser gobernadora de Hidalgo en 2010.

DE VENDEDORA DE GELATINAS A COMPETIR POR SER LA PRIMERA PRESIDENTA DE MÉXICO

Su nombre no comenzó a sonar al gran público hasta que a finales de diciembre de 2022 el presidente, Andrés Manuel López Obrador, le dedicó unas palabras nada halagüeñas en una de sus habituales ruedas de prensa matutinas desde Palacio Nacional, acusándola de querer acabar con una serie de programas sociales.

Gálvez negó la mayor y solicitó a López Obrador que le concediera la posibilidad de réplica en su espacio conocido como ‘Las Mañaneras’, algo que obtuvo ya en junio de 2023 gracias al amparo concedido por un juez, que el presidente mexicano desoyó.

Pocos días después de aquello, el jefe del PAN, Marko Cortés, adelantó que era una de las aspirantes para la candidatura de la oposición para estas elecciones, momento en el que comenzó a aparecer cada vez más en las ruedas de prensa de un López Obrador, que la ha desdeñado como la propuesta de las élites.

Tanto es así, que el Instituto Nacional Electoral (INE) ordenó al presidente que dejara de hablar de la candidata de la oposición durante sus comparecencias. Antes de eso, aprovechó para sembrar la duda acerca de cómo ella habría pasado de «vender gelatinas a ser millonaria» gracias a los numerosos contratos públicos que han obtenido sus empresas estos últimos nueve años.

ENCUESTAS DESFAVORABLES

Las elecciones de este domingo se enmarcan dentro de un periodo bastante excepcional en la historia reciente de México, puesto que por primera vez en su historia todo hace prever que será una mujer la elegida para dirigir el proyecto de vida de los mexicanos durante los próximos seis años, ya que la presencia del tercero en liza, Jorge Álvarez del Movimiento Ciudadano, es testimonial.

Sin embargo, parece complicado que Gálvez pase a la historia por ser la primera presidenta del país azteca, pues son muy escasas las encuestas que le conceden, en el mejor de los casos, más del 35 por ciento de los votos, más de 20 puntos porcentuales menos que Sheinbaum, la gran favorita.

Gálvez, que confía en revertir esta situación el mismo 2 de junio gracias al «voto oculto», tiene el difícil reto de intentar contrarrestar la popularidad que Morena ha cosechado estos años gracias a sus políticas públicas en lugares que habían sido tradicionalmente relegados al olvido por la derecha mexicana.

Ya sea Sheinbaum o Gálvez quien gané las elecciones, ambas representan la lucha de larga data no ya solo de las mujeres mexicanas, sino de las de todo el globo, por ocupar aquellos espacios tradicionalmente reservados para los hombres.

La vencedora tendrá el reto de devolver ese esfuerzo y promover la igualdad en un país en el que se registran dos feminicidios al día, lo que significa que, desde hace décadas, más de 3.000 mujeres y niñas son asesinadas por el hecho de serlo.