Virginia Hebrero
Madrid, 31 may (EFE).- Tanto Rusia como Occidente desean que la guerra de Ucrania se convierta en un «conflicto congelado», afirma Mijail Shishkin, uno de los escritores rusos contemporáneos más destacados en el exilio.
«La guerra ha entrado en su tercer año y para mí es evidente que Occidente no quiere que Rusia pierda esta guerra, por una razón muy sencilla: la derrota de Rusia en la guerra puede llevar al caos y a la pérdida de control del arsenal nuclear», dice en entrevista con EFE en Madrid.
«Por eso Occidente, de manera totalmente consciente, no entrega suficientes armas a Ucrania para que pueda vencer», añade el escritor, aunque estos días varios países han autorizado a Kiev a emplear su armamento para atacar posiciones en Rusia cerca de la frontera.
Shishkin, que presenta estos días en Madrid la versión española de su ensayo «Mi Rusia. La guerra o la paz» (Impedimenta), opina que «para Rusia la opción ideal es congelar el conflicto en la línea de guerra ahora, porque se dan cuenta de que no pueden tomar Kiev, y para Occidente la idea de congelar este conflicto también es aceptable».
Por ello, cree que Occidente «hará todo para presionar» al presidente ucraniano,»no con palabras, con hechos, para conseguir esas negociaciones de paz, que van a tener lugar con o sin Zelenski».
Muy crítico con el régimen de Vladímir Putin, Shishkin, nacido en 1961 de padre ruso y madre ucraniana y galardonado con importantes premios como el Booker ruso en 2000 o el Premio Strega Europeo en 2022, vive en Zúrich desde mediados de los 90 aunque durante un tiempo estuvo a caballo entre Occidente y su país.
En «Mi Rusia. La guerra o la paz», que escribió en 2019 en alemán y ha sido traducido a una decena de idiomas y al que solo ha añadido ahora un prólogo y un epílogo, Shishkin quiere «explicar Rusia y su guerra al lector occidental» a través de la historia de su país y la de su familia.
Aunque lo escribió antes de la invasión rusa de 2022, mucho de lo sucedido después ya lo vaticinó. «Con Rusia estaba claro, desde mediados de los 90, que ese resurgir del imperio de las cenizas iba a conllevar una guerra».
Shishkin lamenta que Occidente no reaccionara ante hechos como la anexión de Crimea o la guerra en el Donbás en 2014.
«Para Putin era una clara señal de que el mundo apoyaba su agresión y el camino hacia el 24 de febrero de 2022 se abrió en ese instante», subraya.
En «Mi Rusia» el escritor pone el foco en la relación de los ciudadanos rusos con la democracia, y extrae la dolorosa conclusión de que solo una pequeña parte de ellos está preparada para vivir en democracia, mientras la mayoría acepta vivir arrodillado ente el poder.
«Las principales preguntas de la literatura rusa, ¿Quién es culpable? (Alexander Guertsen) y ¿Qué hacer? (Lenin) tratan de cómo construir una democracia en Rusia, pero (en realidad) la pregunta rusa de todos los tiempos es si «el zar es de verdad o es de mentira».
«Si el zar es auténtico vamos a tener orden y si el zar es de mentira va a haber anarquía. El zar solo es de verdad si sale victorioso, porque su legitimidad es la fuerza», dice, y pone como ejemplo a Stalin, “que mató a millones de personas, pero salió victorioso, es un zar de verdad y se le siguen erigiendo estatuas”.
“Por el contrario, Gorbachov, al que tanto se quiere en Occidente, perdió la guerra en Afganistán y la Guerra Fría y se le sigue despreciando hasta hoy en día en Rusia», señala.
A Yeltsin “sus generales le prometieron tomar Grozni (la capital de Chechenia) en 3 horas, pero perdió la guerra, dejó de ser zar y empezaron a llamarle ‘Boris el alcohólico’”.
Putin “necesitaba una excusa para la segunda guerra de Chechenia y organizó las explosiones de los dos edificios de viviendas en Moscú”, afirma Shishkin, retomando las denuncias de opositores que acusan a los servicios secretos rusos de esas explosiones en 1999, que fueron atribuidas por el Kremlin a terroristas chechenes.
Con la anexión de Crimea en 2014, “el pueblo estaba eufórico, teníamos un zar de verdad, pero este tipo de legitimidad necesita una demostración constante y sus generales le prometieron que tomarían Kiev en tres días. Si hubiera sabido que esto acabaría en fracaso y no en la victoria, jamás habría empezado esta guerra”, afirma.
Shishkin dice que se debe preservar la cultura rusa para el futuro, y por eso sus novelas son «mi declaración de amor a mi monstruosa patria».
«La población de Rusia soporta desde generaciones al régimen en silencio para sobrevivir. A este silencio solo se puede oponer la palabra, pero ahora la palabra rusa libre solo es posible en el exilio», subraya.
Dice que «tarde o temprano cualquier guerra se acaba pero entre Rusia y Ucrania ahora mismo hay un enorme abismo lleno de sangre, muerte y odio».
«Con cada misil que cae cada noche sobre Járkov este abismo crece y después de la guerra habrá que construir un puente sobre este abismo, por eso hay que preservar la dignidad de la cultura rusa, para que haya alguien que pueda construir ese puente en el futuro».