Si bien en un primer momento se pensó en la Pista Central de La Rural, hoy la presentación con show incluido será en el Luna Park. Frente a casi 10.000 personas hablará sobre su nuevo libro, Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica.
¿De qué se trata el libro? De Economía, claro, y de Política. “La primera parte -contó Milei a Infobae Cultura días atrás-, son discursos políticos, así les endulzo los ojos a los lectores… En la parte 2 hay varios artículos, uno desde la perspectiva del pensamiento económico, otro del crecimiento…”
Son 375 páginas. El trabajo abre con unas “Palabras preliminares” , a las que sigue un capítulo titulado: “Un futuro mejor es posible”. Luego “La libertad: llave de la prosperidad”, el discurso de Milei ante la CPAC y el que dio para abrir las sesiones ordinarias del Congreso en 2024. Después sí, pensamiento económico, teoría del crecimiento, los temas que Milei suele tocar.
A través de mensajes escritos, de audios y de una breve conversación telefónica, el Presidente habló de su libro.
-¿Cuándo tuvo tiempo de escribir?
-Es un tema del que me percaté hace diez años y con el tiempo lo fui madurando hasta que hace unos años le encontré la vuelta… Y desde el artículo original empecé a descubrir un montón de problemas con implicancias políticas. Por eso hay artículos académicos y de aplicación. Muchos de ellos son parte de mis discursos, por ejemplo está la base teórica de lo que dije en Davos [N.deR.: cuando marcó que el Estado “no es la solución sino el problema mismo”], complementado con el de CPAC [La Conferencia de la Acción Política Conservadora, donde argumentó que “la economía neoclásico y su visión de los fallos de mercado son funcionales a la base del socialismo”].
-¿Y lo pudo terminar ya como Presidente?
-Lo terminé en los viajes de avión largos…
Justamente, las palabras preliminares que abren el libro están fechadas en Olivos -lugar de residencia de los presidentes argentinos- en abril de 2024. Tiempos en que Milei está activo como gobernante.
Allí habla de cuando conoció un trabajo del economista Murray Newton Rothbard, al que suele citar. Dice que Monopolio y competencia, de Rothtbard, “es parte de uno de los libros que, junto a La accion humana, de Mises, más me han marcado en la vida: El hombre, la economía y el Estado”.
Esa lectura, explicó, lo hizo pensar que “todo lo que había estudiado y enseñado por más de veinte años sobre estructuras de mercado estaba mal”. Y por eso terminó, dijo, “abrazando las ideas de la Escuela Austríaca de Economía, que revolucionó mi pensamiento”.
La escuela neoclásica a la que va a criticar, cuidado, no está cerca de lo que solemos entender por socialismo sino que habla de la eficiencia de los mercados y de la importancia de la oferta y la demanda.
“Me atormentaba la contradicción entre la evidencia empírica del crecimiento económico y la brutal caída de la pobreza en el mundo durante los últimos 250 años y lo que señalaba la teoría económica como algo malo para el bienestar de la población: la existencia de rendimientos crecientes que implican estructuras de mercado concentradas (en el límite los monopolios) y son consideradas como ineficientes y perjudiciales para la población, mientras que en la realidad traen aparejadas enormes ganancias en la calidad de vida de los humanos”, escribe Milei.
Sin embargo, a algunos les puede llamar la atención que el título del libro –Capitalismo, socialismo y la trampa neoclásica- recuerda a Capitalismo, socialismo y democracia, una obra del economista y politólogo austro-estadounidense Joseph A. Schumpeter, donde Schumpeter analiza la evolución y funcionamiento del capitalismo, así como su relación con el sistema democrático y su potencial transición hacia el socialismo. La tesis principal del libro es que el capitalismo fomenta el desarrollo económico a través del proceso de “destrucción creativa”, donde las innovaciones y los avances tecnológicos constantemente desplazan a las estructuras económicas y empresariales anteriores. Y que el capitalismo tiene tendencia a autodestruirse debido a sus éxitos, llevando a la sociedad hacia formas de organización más socialistas.
-Parece una especie de respuesta a Schumpeter… ¿Así lo pensó?
-No lo pensé así. La inspiración del título tiene que ver con dos autores austríacos y un problema técnico que describo en el libro. [Ludwig Von] Mises dice: hay dos sistemas, socialismo y capitalismo de libre empresa. La otra lógica es la de Friedrich Hayek en Camino de servidumbre y sería que cualquier cosa que pongas en el medio va hacia el socialismo. Lo de Davos es una aplicación política de esto. Fijate que el subtítulo del libro es “de la teoría económica a la acción política”.
-Entonces volvamos a su título…
-La idea del título: que hay dos sistemas y cualquier sistema en el medio va hacia el socialismo. Y que el armado de la economía neoclásica va hacia el socialismo.
-¿Cómo sería eso?
-Cuando estudiás el equilibrio lo primero que tenés que ver es si el equilibrio existe. La otra es si es ese equilibrio es único, tenés que ver si hay un precio de equilibrio o si hay un montón. También estudiás si es estable, si las fuerzas te llevan de vuelta a un equilibrio dado. Entonces acá tenés dos equilibrios, el socialista y el capitalista y digo que cualquier cosa que pongas en el medio va hacia el socialismo porque cuando intervenís, el resultado es peor que lo que tenías anteriormente, entonces eso genera más demanda de intervención y por eso tenés que intervenir más y es peor todavía. Y así. Eso es la dinámica del libro de Hayek.
-Pero los neoclásicos no son socialistas…
-Los neoclásicos cuando la realidad no mapea con el modelo se enojan con la realidad y lo llaman “fallo de mercado”, te llaman a intervenir. La trampa neoclásica es mostrar esto que genera intervención y que termina conduciendo al socialismo.
-Sin embargo cualquier socialista le diría que no es tan fácil llegar…
-Para mí todo lo que sea intervención es una pincelada socialista. En Davos doy un listado de cosas que llamo “socialismo”, por eso [el economista español Jesús] Huerta de Soto y Alberto Benegas Lynch piden hablar de “estatismo”. Yo uso las dos palabras de manera similar porque soy anarcocapitalista, entonces todo lo que tenga estado es socialismo… ¡Tengo esa visión declarada y no siento vergüenza!
-Finalmente, usted habla de la relación entre teoría y acción política… ¿Cómo maneja como presidente los roces entre esos dos términos? Pensaba en la intervención sobre los precios de las prepagas.
-Entiendo que el mundo impone restricciones y en función de ello resuelvo.
“Si bien esta solución que presento no es óptima -escribe Milei en su libro-, al menos ofrece una base de utilidad con la que se puede trabajar y que me resulta más satisfactoria que la presentada en libros de texto convencionales”.