Meritxell Freixas

Concepción (Chile), 30 sep (EFE).- Una veintena de orquestas infantiles, una banda de dixieland y decenas de espectáculos de la sureña Región del BioBío penden de un hilo arrastrados por la profunda crisis de la mayor siderúrgica de Chile, Huachipato, que por más de 65 años ha sido la principal sostenedora de la Corporación Artistas del Acero, una de las mayores organizaciones culturales de la zona.

Artistas, participantes e integrantes de la organización lanzaron en agosto, tras el inesperado anuncio del cierre de Huachipato, la campaña “Salvemos Artistas del Acero” para pedir a autoridades y privados apoyo urgente en el rescate de una institución que ha beneficiado, según sus estimaciones, a más de 1,8 millones de vecinos de las 33 comunas del Biobío.

“El apoyo incondicional que brindó durante años fue fundamental para el crecimiento y sostenibilidad de Artistas del Acero, pero hoy, la crisis amenaza con poner fin a un trabajo vital para el desarrollo artístico y cultural de la región y el país”, se lee en una carta dirigida al presidente, Gabriel Boric, y al Ministerio de Cultura.

En la misiva, que hasta ahora ha recibido más de 6.000 firmas de apoyo, solicitan incluir el costo “íntegro” de la gestión de la corporación en la Ley de Presupuestos del año 2025, como ocurre con otras entidades culturales similares.

“Sin una transferencia de recursos, lamentablemente, se cerrará un capítulo muy amplio de la historia cultural local por los efectos colaterales del apagón de la siderúrgica”, dice a EFE el gerente de Artistas del Acero, Arnoldo Weber.

 Artistas y trabajadores de Huachipato

En 1958, se bautizaron como Artistas del Acero los primeros músicos, ceramistas, artesanos y pintores que llegaron de todo el país a trabajar en Huachipato, que en aquel entonces se erguía como símbolo del desarrollo local.

La inauguración de la fábrica, en noviembre de 1950, fue el punto de despegue económico de Concepción, la capital regional.

“Estos terrenos eran un bosque donde se cazaban patos, por eso se llamó así. Con la usina, se levantaron villas de casas para trabajadores, escuelas industriales y carreras universitarias relacionadas con esta industria; hubo todo un progreso”, explicó a EFE el presidente del Sindicato Número 1, Héctor Medina.

Ubicada en la ciudad sureña de Talcahuano, a 500 kilómetros de Santiago y 15 de Concepción, la empresa decidió apagar la planta tras años de pérdidas por una competencia feroz con el acero chino. Ni las sobretasas impuestas por el Gobierno a las importaciones de este producto lograron impedir este final.

 “Inestabilidad absoluta”

Hoy, uno de los proyectos estrella de la corporación son las orquestas juveniles e infantiles del Biobío, un programa del Gobierno regional que ofrece clases musicales, compra de instrumentos, conciertos y talleres a unos 700 niños y adolescentes.

La coordinadora de proyectos, Patricia Bustamante, explica a EFE que esta iniciativa hoy “está en riesgo” porque si bien su funcionamiento está garantizado por el respaldo de la Región, no hay recursos para administrar el centro (sueldos, servicios básicos, mantenimiento, etc.).

“Tenemos un escenario de inestabilidad absoluta respecto del 2025”, asegura.

Tampoco tienen certezas los músicos, actores, expositores y otros que utilizan los espacios de la sede de la entidad, ubicada en una casa patrimonial propia, en pleno centro de Concepción.

“Perderemos el local de ensayo si la corporación cierra, pero espero que sigamos tocando”, dice a EFE Ramon Cifuentes, extrabajador de Huachipato y trombonista en Cap Swinger, un grupo de dixieland nacido en los 60, al amparo de la emblemática institución.

 “No podemos perderlo”

Aunque el apagón les llegó como un “balde de agua fría”, admite Patricia Bustamante, los administradores del centro cultural empezaron a buscar un plan B hace tiempo, ante la prolongada crisis que ha enfrentado la siderúrgica.

“Desde el año 2016 en adelante disminuyeron muchísimo los aportes para la subsistencia de la Corporación, por lo que buscamos otros financistas”, señala.

Artistas del Acero calcula que serían entre 4.000 y 5.000 niños, jóvenes y adultos los perjudicados ante un eventual cierre del centro.

“Es un impacto muy fuerte en el ámbito cultural de la región y el país”, lamenta Weber. Y avisa: “La cultura produce seres creativos, pensantes, sensibles y que reflexionan frente al mundo. No podemos perder eso”. EFE

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