El Gobierno de Israel ha justificado los ataques lanzados en los últimos días sobre territorio libanés, entre ellos el que el pasado viernes se cobró la vida en Beirut del principal líder del grupo chií Hezbolá, Hasán Nasralá, y ha insistido en que actúa «como haría cualquier otro país democrático», sugiriendo que cualquier daño infligido sobre la población civil es responsabilidad única de la otra parte, a la que acusa de utilizar a los ciudadanos libaneses como escudos humanos.
«No queríamos esta guerra», ha sentenciado el portavoz del Ministerio de Exteriores israelí, Oren Marmorstein, en una entrevista a Europa Press en la que ha subrayado que fue Hezbolá quien, «sin ningún tipo de provocación previa», comenzó a lanzar cohetes sobre la zona norte de Israel, lo que se ha traducido en la evacuación de unas 60.000 personas. Israel aspira a que todos estos desplazados vuelvan ahora a sus casas, así como a proteger al conjunto de la población.
Marmorstein ha extrapolado esta situación a otras partes del mundo. «Creo que los ciudadanos de Valencia, de Barcelona, de Madrid, de cualquier ciudad de España, le pedirían a su Gobierno que les ayudasen a vivir en paz, a volver a sus casas», ha apuntado, en aras de la legítima defensa a la que el Gobierno de Benjamin Netanyahu también se ha agarrado para lanzar una ofensiva sobre la Franja de Gaza o ataques puntuales sobre Siria o Yemen.
En el caso de Líbano, el portavoz ha señalado que Hezbolá está perpetrando de manera «cínica» un «doble crimen de guerra», ya que, además de bombardear población en territorio israelí, «dispara esos cohetes desde centros civiles en Líbano». De hecho, considera que el grupo «no beneficia a los ciudadanos libaneses», sino que a efectos prácticos ejerce como «brazo de Irán» y del «anillo de fuego» que este último país estaría buscando con aliados repartidos en todo Oriente Próximo.
«¿Tenemos alguna disputa territorial con los hutíes (de Yemen)? ¿Les hemos provocado? La respuesta es ‘no’. Si los hutíes nos atacan, es porque siguen la agenda y la estrategia de Irán», ha señalado, en alusión a una insurgencia que ha atacado Israel de manera directa y que también amenaza la libertad de navegación en el mar Negro.
Marmorstein ha recordado que Hezbolá es una organización terrorista a ojos de la Unión Europea, por lo que asume que «se entiende» la respuesta israelí a sus amenazas. Ahora, espera que también se extienda esta misma idea hacia Irán, porque entiende que «hace falta más sanciones relativas a sus actividad terrorista». Una reivindicación recurrente es la incorporación a la ‘lista negra’ de la Guardia Revolucionaria, porque se trata de «la mayor organización terrorista del mundo».
En este sentido, ha subrayado que Irán «no es sólo la mayor amenaza para Oriente Próximo», sino que también lo es en términos «globales» y, de manera particular, para Europa, como habría quedado de manifiesto con su supuesta connivencia con Rusia en plena guerra en Ucrania. Israel, ha añadido, simplemente está «en el frente de esta amenaza».
NO QUIERE UNA GUERRA «A GRAN ESCALA»
Marmorstein ha recordado que el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, describió la reciente muerte de Hezbolá como «un acto de justicia» frente a las miles de víctimas de su organización, pero ha evitado especular sobre la hoja de ruta a seguir a partir de ahora, pese a que este mismo lunes el ministro de Defensa, Yoav Gallant, ha vuelto a sugerir la posibilidad de una ofensiva terrestre en Líbano.
En términos generales, el portavoz de la diplomacia israelí insiste en que ni las autoridades ni la población de Israel «tienen deseo alguno de una guerra a gran escala», pese a que esta posibilidad lleva sobre la mesa desde que Hamás lanzó hace casi un año unos atentados que dejaron 1.200 muertos y unos 240 rehenes. «Israel quiere la paz», ha declarado.
«Si hay posibilidades de una solución pacífica en la que nuestros ciudadanos estén protegidos, la preferimos, pero hasta que llegue esta solución diplomática, protegeremos a nuestras familias», ha remachado.