La organización no gubernamental Amnistía Internacional ha reclamado este viernes a Estados Unidos que dé «urgentemente» ayuda humanitaria a cerca de 8.000 desplazados sirios que se encuentran atrapados en una zona bajo control estadounidense en la frontera de Siria con Jordania e Irak, donde están sin acceso a alimentos y agua potable.

La ONG ha indicado que la situación en el campamento de Rukban ha empeorado drásticamente durante los últimos meses a causa del endurecimiento por parte de Damasco del asedio a la zona y ha recordado que el último convoy de ayuda humanitaria que recibió permiso de paso llegó al lugar en septiembre de 2019.

El Ejército estadounidense, que opera una base cercana, tiene control efectivo sobre esta zona, por lo que Amnistía Internacional ha recalcado que Washington tiene la obligación de garantizar que las personas que residen en el campamento tienen acceso a suministros esenciales.

«Es inconcebible que miles de personas, incluidos niños y niñas, estén atrapadas en un páramo árido luchando por sobrevivir sin acceso a productos de primera necesidad», ha afirmado Aya Majzoub, directora adjunta de Amnistía Internacional para Oriente Próximo y el Norte de África.

«Las personas que viven en Rukban son víctimas de un brutal asedio del Gobierno sirio, se las ha excluido del derecho a acceder a un refugio seguro o han sufrido deportaciones ilegales a manos de las autoridades jordanas, ante la manifiesta indiferencia de Estados Unidos», ha manifestado.

Majzoub ha recalcado que «el Gobierno sirio debe levantar de inmediato el asedio a la zona y permitir que las entregas de ayuda humanitaria lleguen a las personas que residen en el campo». y ha agregado que «la comunidad internacional debe trabajar para encontrar soluciones sostenibles para la población del campo, como la reapertura de la frontera con Jordania o el paso seguro a otras zonas de Siria donde estas personas no sufrirían violaciones de Derechos Humanos».

Alrededor de 80.000 personas se encontraban en Rukban antes de que Jordania cerrara su frontera en la zona en 2016, cifra que ha descendido hasta los cerca de 8.000 actuales debido a que la mayoría de la población se ha ido debido a las malas condiciones. Sin embargo, Amán sigue deportando a sirios a Rukban.

Mohamad al Jalidi, miembro del consejo político de Rukban, una institución creada por iniciativa comunitaria, ha denunciado que se ha registrado la muerte por hambre de varios niños. Nuestros hijos se mueren. Ayer, un bebé murió de desnutrición. Tenía tan sólo 21 días. Hace un mes, otros dos recién nacidos murieron», ha relatado.

En este sentido, Ruqaya, una mujer residente en el campo, ha afirmado que está «muy cansada» a causa de la situación y las malas condiciones de vida en el campamento. «Económicamente, anímicamente y en todos los aspectos. No puedo conseguir una hogaza de pan para mis hijos en todo el día», ha resaltado.

La mayoría de las personas que viven en el campamento llegaron al lugar huyendo de la violencia perpetrada por las fuerzas de seguridad sirias y sus aliados, así como por parte del grupo yihadista Estado Islámico. Así, muchas eran parte de la oposición o habían desertado de las tropas sirias, según Amnistía Internacional.

Por ello, Majzoub ha recalcado que «ante el sufrimiento implacable, Estados Unidos puede y debe hacer más para resolver la devastadora crisis humanitaria de Rukban». «Tiene la responsabilidad de hacer efectivo el derecho de las personas que viven en Rukban a tener cubiertas necesidades básicas como la alimentación, el agua y la atención médica «, ha zanjado.