Beatriz Arslanián
Ereván, 19 sep (EFE).- Un año después del éxodo masivo de la población de Nagorno Karabaj tras una operación militar azerbaiyana, los habitantes del enclave luchan por rehacer su vida en Armenia y ven cada vez más lejana la posibilidad de recuperar algún día la patria de sus ancestros.
Los decenas de miles de refugiados karabajíes enfrentan hoy día grandes desafíos de adaptación en Armenia, mientras el panorama diplomático continúa incierto.
A lo largo del último año casi todos los desplazados han solicitado documentación para obtener el ‘estatus de protección temporal’. Además, más de 4.300 han solicitado la ciudadanía armenia.
El gobierno armenio ha implementado programas de ayuda para cubrir parte de sus necesidades básicas, como vivienda y empleo.
Sin embargo, el impacto emocional del desarraigo sigue siendo una carga que dificulta enormemente su proceso de adaptación.
Ese es el caso de Lusine Grigorián, una joven maestra de literatura armenia oriunda de la aldea de Ashan en Nagorno Karabaj.
Tras la evacuación, su familia encontró refugio en un pueblo cercano al templo de Garni, el único pagano de Armenia que data del siglo I d.c.
Lusine consiguió un puesto de trabajo en una escuela rural. Sin embargo, la joven confiesa que su vida se paralizó en septiembre de 2023.
Reconoce que hace un año, el contexto era confuso y albergaba la esperanza de regresar a Nagorno Karabaj: «con el tiempo, adaptarse al nuevo entorno se ha vuelto cada vez más difícil», reconoce.
Antes de la disolución de Nagorno Karabaj como consecuencia de la agresión azerí y la rendición de su pequeño ejército, Bardak era el bar más emblemático de Stepanakert, la capital de enclave.
Su propietario Azad Hovhanissián reabrió el negocio en Ereván dos meses después de haber sido evacuado.
Hoy su establecimiento es un punto de encuentro para jóvenes karabajíes que buscan distraerse en la capital de Armenia.
Azad, cuyo nombre en armenio significa «libre» quiere ver su tierra en esa misma condición: «si queremos regresar a nuestros hogares, debemos trabajar más, con mejor calidad y de manera más eficiente», opina.
A pesar de ello, no cree en un regreso a Karabaj bajo dominio de Azerbaiyán, ya que «con ellos no habrá paz».
Shant Charshafjian se trasladó a Nagorno Karabaj desde Los Ángeles algunos meses después de la guerra de 2020.
Junto a su esposa, se estableció en la ciudad de Martuni e implementó programas para asistir a la población: instaló invernaderos para los habitantes de las aldeas y proporcionó equipamiento para los jardines de infantes, centros deportivos y culturales.
En varias ocasiones, se convirtió en papa Noel para repartir regalos entre los niños karabajíes.
Los Charshafjian dieron la bienvenida a su segunda hija en medio de los intensos bombardeos de las tropas azerbaiyanas.
Hoy se encuentran en Ereván, donde Shant ha puesto en marcha un programa para proporcionar viviendas a las familias desplazadas.
Hasta la fecha, diez familias han recibido ayuda, con especial atención a las de los soldados caídos.
«Los armenios tenemos una historia milenaria, debemos superar esta adversidad y seguir adelante», afirma y se muestra optimista sobre la posibilidad de una futura recuperación de Nagorno Karabaj.
Recientemente, el exfiscal de la Corte Penal Internacional Luis Moreno Ocampo visitó Ereván, donde se reunió con exfuncionarios de Nagorno Karabaj y con un grupo de desplazados por la fuerza.
Además, participó en conferencias en las que destacó que el derecho internacional reconoce el derecho al retorno a la patria.
«Azerbaiyán debe entender y respetar este derecho, de lo contrario, enfrentará consecuencias para su país», advirtió Ocampo.
Según el exfiscal, para asegurar un retorno seguro, es crucial que el pueblo de Nagorno Karabaj desarrolle un plan de acción dentro de un marco que permita condiciones relativamente favorables para su implementación.EFE
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