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Fanfi Goncebate, líder de los violentos del Granate

Estar preso y manejar la calle. Estar preso y manejar la barra. Estar preso y lograr que la Policía libere un radio de acción para atacar a los rivales internos de la tribuna a puro disparo para que, cuando él saliera tras cumplir su pena, dos meses después, nadie osara hacerle frente. Sí, mandar a hacer el trabajo sucio desde un penal demostrando un poder inusitado. A esa conclusión acaba de llegar la Justicia para decretar la captura de Diego Goncebate, el mítico Fanfi, líder histórico de la barra de Lanús, que decidió no entregarse y está prófugo. La noticia revolucionó a todo el distrito teniendo en cuenta la influencia de Fanfi no sólo en el estadio y sus alrededores, sino también sus conexiones políticas, sindicales y policiales. El hombre que llegó a manejar cooperativas de trabajo en el municipio, aquel que tenía la facultad de decidir quién cobraba o no un plan social en determinadas circunstancias, el hombre con el que había que negociar si cualquiera deseaba ingresar a alguna de las villas de Lanús, ahora está camuflado y corriendo por su vida. Una vida dedicada a cuestiones poco santas que tuvo grados de exposición inauditas en cada enfrentamiento de la barra de Lanús, en la formación de Hinchadas Unidas Argentinas que nació por una idea conjunta con Pablo Bebote Álvarez y, sobre todo, en un homicidio que produjo en Luján la década pasada y que lo llevó a la cárcel hasta agosto de 2023, cuando salió para recuperar la tribuna, esa tribuna que ahora lo devolverá, si lo agarran, otra vez tras las rejas.

Para entender la historia hay que remontarse 30 de julio del año pasado a las 14 horas, cuando en la previa del partido entre Lanús y Barracas Central, en la Plaza Sarmiento a 500 metros de la cancha, estalló la interna entre La 14, como se hace llamar la facción oficial de la barra cuyo núcleo está en Villa Sapito y tiene por líder a Fanfi Goncebate y su secuaz Mario el Laucha Groli, con la de El Ceibo, donde pisan fuerte un delincuente al que le dicen Maycol y Miguel Vallejos. A esa hora, y en un lugar lleno de familias que disfrutaban el domingo al sol, la discusión pasó a la acción y hubo un tiroteo que dejó una víctima fatal, Jonathan Borda, de El Ceibo, y varios heridos. Tras cuatro meses de investigación, el fiscal Martín Rodríguez detuvo a cinco de los líderes de la barra, entre ellos Julián Goncebate, hijo de Fanfi, pero el que se le escapó fue el Laucha Groli, aún prófugo. Pero por fuera de eso, el fiscal estaba seguro de que nada se movía en Lanús sin la orden del líder barra. Que aún estando preso digitaba, según el representante del Ministerio Público, todo lo que pasaba por las calles de esa zona del Conurbano Bonaerense.

Así que fue por el botín mayor. Y consiguió un testigo del núcleo duro de los violentos, Enzo M., que contó con lujo de detalles cómo era la operatoria de la barra habitualmente y qué pasó exactamente ese día. “Me metí en la barra de Lanús cuando el Laucha salió de prisión y me invitó a formar parte. No soy socio, así que la entrada me la daba él o uno que se llama Luis Villalba y que revende los tickets que da el club a precios más bajos que los oficiales. Siempre hacíamos la previa a los partidos en el club El Ciclón de Villa Sapito y de ahí salíamos en caravana para la cancha. Aquel día yo me subí a la Amarok del Laucha que lideraba la movida y estaba toda la barra, pero en vez de ir a la cancha, fuimos a la Plaza Sarmiento. La mayoría estaba enfierrado, pero no me llamó la atención porque siempre se va enfierrado a la cancha. Cuando llegamos nos empezamos a reunir con la gente de Villa Argentina, que también es parte de la barra y ahí el Laucha puso en altavoz al Fanfi que desde la cárcel (NdR: Estaba cumpliendo desde 2018 una pena por homicidio), decía que ya le habían liberado la zona y que todos sabían qué tenían qué hacer. Al ratito unos que fueron a hacer inteligencia en moto gritaron que ya venían los del Ceibo y todos se prepararon. Del Ceibo se acercó a hablar con el Laucha uno que se llama Javier y le dicen Pepei, que sacó un fierro y se le escapó un tiro. Y ahí empezaron a dispararse. Y mataron a Jonathan. La discusión era por las entradas, porque los del Ceibo querían más lugar para su gente. Son entradas que da el club, un altísimo directivo (NdR: En la declaración está identificado pero como aún no fue imputado, Infobae sólo lo mencionará por la letra A., inicial de su apellido). La barra maneja todo, también las parrillas. Y tiene la complicidad de la Policía. Y digo todo esto porque mi hermano era testigo de identidad reservada y, mientras estaba declarando, el Laucha me mandó una foto, como sabiendo que era él”.

Con esa bomba en sus manos, el fiscal fue por más testimonios y todos avalaron lo que decía Enzo M. Y contaron con lujo de detalles cómo Fanfi, desde el presidio, manejaba las cosas con la dirigencia del club y la Policía. Todo el tema de las entradas, las parrillas que manejaba la barra, los negocios de merchandising, todo se decidía a través del teléfono celular que Goncebate, según el fiscal, tenía en prisión. Es más, cada vez que él lograba saber qué número utilizaba, le llamaba la atención que cambiaba. Y eso le ocurrió cinco veces en los últimos tiempos, como que quienes debían ayudarlo en la investigación, gente de la seguridad, parecían filtrarle al líder algunas cosas que le permitieran zafar.

Pero no lo logró. De hecho otro testigo declaró: “Los policías y la barra se manejan con un celular negro, que no está registrado en la comisaría, como si no existiera. Y yo fui testigo de cómo arreglan entre ellos para plantarle armas a sus rivales y dejarlos pegados en delitos, para meterlos presos y que nadie le haga sombra al Fanfi”. Y por si fuera poco, el capo de la facción rival, llamada El Ceibo, aportó una publicación en Internet atribuida a Goncebate de días previos, en la que rezaba: “Esperando mi momento banda de jiles (sic) no van a ir más a la cancha, vuelve su peor pesadilla”. A eso se sumaba una bandera desplegada en el centro de la popular que decía “La barra del Diego” más un audio también atribuido al líder preso por entonces, en el que expresaba: “Espero que estén todos los pibes ahí, tienen que estar todos ahí porque los pibes están ahí poniendo la cara por toda la barra”, en relación a la emboscada que se venía.

Con semejante panorama, el fiscal pidió la detención de Goncebate, quien se presentó y dijo que nada de lo que le estaban endilgando era verdad, que había sido un preso ejemplar y que el día en que se generó la batalla que dejó un muerto y varios heridos él estaba como encargado en la prisión de recibir las visitas de otros presos y limpiar el sum donde se reunían, por lo que mal podría haber dado indicaciones a la vista de todos. El juez lo escuchó y le dio la razón. Pero el fiscal insistió ante la Cámara, que ahora en un fallo de cinco fojas ratificó que, en el actual proceso de las cosas, hay elementos suficientes para considerar que Fanfi manejaba todo desde la cárcel, tuvo la zona liberada, organizó aquella batalla y entonces ordenó su captura por el delito de instigación al homicidio agravado por el concurso de dos o más personas, y por haberse producido en un espectáculo deportivo, que tiene pena de reclusión perpetua. Claro que, cuando lo fueron a buscar, Fanfi, que ya se había enterado del fallo demostrando una vez más qué buena agenda de contactos tiene, se había fugado. Y desde la clandestinidad presentó un recurso de Casación como última alternativa, mientras se pide recompensa por su cabeza. Se verá ahora si logra burlar a sus perseguidores o si los poderosos le sueltan la mano y más temprano que tarde, cae otra vez tras las rejas.