La española Elena Congost no se cree todavía que este domingo correrá, tras «mucho trabajo y dedicación», la maratón de los Juegos Paralímpicos de París, ocho años después de coronarse campeona en Rio 2016 y tras ser madre de cuatro niños, y tiene claro que «lo más difícil» para clasificarse ha sido el tema del «descanso» y el «volver a creer» en ella misma como «atleta»

«Realmente no me lo creo, me lo dicen hace un año y no me lo hubiera ni creído ni en los mejores sueños porque es que no pensaba que me podría volver a sentir atleta, a coger un estado de forma como el que tenía, incluso superarlo, y aquí estamos. Ha sido un año de mucho trabajo, de mucha dedicación», expresó Congost a Europa Press.

La catalana, atleta con discapacidad visual que sólo ve un 5 por ciento a causa de una atrofia del nervio óptico de nacimiento que le afecta por igual a ambos ojo y plata también en los 1.500 m en Londres 2012, probó primero «a ver qué pasa» y para «intentar hacer la mínima», pero que poco a poco fue «evolucionando» y «asimilando el trabajo». «Pensaba también que mentalmente me costaría mucho volver a sufrir y gestionar esos momentos complicados, y ha sido todo lo contrario. No sé si he vuelto más fuerte, más madura o más consciente de todo, pero estar aquí ha sido todo un regalo», subrayó.

La maratoniana, que consiguió muy sobrada, con seis minutos de margen, la mínima en Sevilla, en la única maratón que ha corrido, no olvida que su oro paralímpico era ya «tu sueño de toda la vida» y luego logró «el objetivo de crear una familia». «Es muy fácil caer en el conformarse, pero los deportistas de élite y amamos lo que hacemos, siempre tenemos ese amor al trabajo y aquí seguiremos», comentó.

A París han venido sus dos hijas mayores, Arlet (6 años) y Abril (4), mientras que Ona (3) y el último en llegar, Lluc, se han quedado «en casa con los abuelos». «Las mayores creo que todavía no son conscientes hasta que no vean todo la que se monta en unos Juegos, en una maratón, calles cortadas y mucha gente gritando y animándote. Ahí serán conscientes porque ahora lo que han visto es que todos los días, incluso los de fiesta, a mí me toca ir a entrenar y ellas quedarse con el canguro o con su padre el fin de semana», apuntó.

De todos modos, cree que todo esto es «también una de las cosas que te motivan cuando eres madre, el poder transmitir esos valores a tus hijos, que vean el esfuerzo que cuestan las cosas, que vaya bien o vaya mal, verán todo el trabajo que ha habido detrás y le podrán enriquecer».

«Lo mas difícil ha sido quizá volver a creer en mí y sentirme atleta y sentir esa autoconfianza. Y luego, por otra parte, el descanso, con cuatro niños, uno muy pequeño, que no duerme las noches seguidas», añadió, confesando que «quizá como madre» también tuvo algún altibajo cuando fue a correr a Sevilla para clasificarse. «Formaba parte de llegar aquí y quizá eso es lo que me ha costado más quizá a nivel mental», remarcó, confiada en haber podido «gestionar más o menos bien» todo.

De todos modos, tiene claro que «poco a poco se va dando más visibilidad» a situaciones con la suya porque «también hay más mujeres que se atreven a dar el salto a ser madres antes de acabar su carrera deportiva». «Eso hace que las federaciones, las marcas, se replanteen contratos y replanteen situaciones, pero aún falta mucho, tanto de cara a las deportistas que vean que pueden ser madres y que eso no es el fin de una carrera deportiva, como para entidades», advirtió.

Para la catalana, el bronce de la judoca Marta Arce, también madre de familia numerosa, proporciona esta «visibilidad a los que vienen por detrás» y por ese motivo también quiere buscar este domingo «un buen resultado» para sus hijos y «de cara a las mujeres que vienen detrás».

SU MARIDO, EL QUE HIZO «DESPERTAR LA ‘CHISPITA'»

Por otro lado, Elena Congost no escondió que «la mayoría de la gente» le mostró su sorpresa por su vuelta y le dijo que era «imposible», aunque no su marido, que fue deportista de élite y que «vivió todo» lo sucedido en Río. «Ha sido el que poco a poco, desde que nació el pequeño en abril, me dijo que lo intentase porque no tenía nada que perder, fue un poco el artífice de todo esto», relató. «Estos días, cuando estaba tan cansada, le decía ‘Por culpa tuya'», agregó entre risas.

«Al final, mira, me hizo despertar esa ‘chispita’ que quizá yo ya daba por acabada y volverme a sentir atleta. Y, de hecho, muchos días iba a entrenar y estaba muy cansada, pero también me ha servido como para separar esa función de madre que a veces te atrapa 24 horas al día y parece que te anula como persona. Era mi espacio de ser yo fuera de la maternidad, de salir como del bucle de los niños y de la crianza, y de ser deportista, también era mi momento como de meditación y mentalmente también me ha ido muy bien», afirmó.

Su entrenador tampoco «se lo esperaba». «Ya me daba por retirada como me podía dar yo porque nadie lo había dicho, pero todos lo dábamos por hecho», recordó. «Le dije que si podíamos quedar un día y se lo planteé y enseguida me dijo si estaba dispuesta a dar todo porque iba a costar mucho. Lo vio, igual que yo, como un poco locura porque teníamos cinco meses para preparar la Maratón de Sevilla y hacer la mínima», manifestó la doble , tenía que hacer la mínima allí.

«Pero a los dos meses ya lo veíamos el más posible y cada vez lo veíamos un ‘poquito’ más cerca, hasta que realmente nos dijimos que podía ser», puntualizó Congost, que ahora se guía «por los entrenamientos» para tener una idea de sus posibilidades en la maratón de Paris 2024.

«QUIEN NO ESTÉ FUERTE LO PAGARÁ MÁS»

Ella se ve «fuerte y bien durante toda esta preparación y las últimas semanas», aunque admite que «ahora estos últimos días es un poco engañoso porque vienen esas sensaciones en las que sale el cansancio acumulado y no son las que esperas». «A veces eso te hace perder un poco la noción del momento de como estás, pero a priori estoy bien», aclaró.

Una prueba que se prevé diferente a la que la coronó en Río de Janeiro donde «hubo mucho calor y mucha humedad», pero con «la parte buena de era un circuito cerrado con un suelo que estaba perfecto y un perfil que era totalmente plano en un paseo marítimo». «Aquí, cambia todo. La humedad sí que será muy elevada, pero la temperatura baja y el circuito, lo que es el asfalto y los adoquines no están en el mejor estado posible», detalló.

«Y luego lo que es el perfil es un poco complicado. Tiene bastantes subidas y bajadas, alguna bastante larga, la última de Campos Elíseos más larga, en el 20 y del 28 al 30 otra. El tema del circuito será más complicado de gestionar, pero también hace que quien no esté fuerte lo pagará más. Corremos todos en las mismas condiciones y la que lo haya preparado mejor será quien gane, será interesante el saber gestionarla», sentenció.