El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, ha sostenido que el Gobierno dispone de una «amplia gama» de medias para contestar a lo que considera un ataque contra las instituciones españolas por parte del presidente de Argentina, Javier Milei, si bien las herramientas tradicionales en diplomacia parecen estarse agotando.

Albares ha sacado pecho de la contundencia de las medidas adoptadas desde que el domingo Milei tildara de «corrupta» a la mujer del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante un acto de Vox. «En tres días de crisis hemos adoptado tres medidas: el primer día llamamos a consultas, el segundo día convoqué al embajador y hoy, tercer día, retiramos definitivamente a nuestra embajadora de Argentina», ha resumido.

Sin embargo, con ello el Gobierno también ha ‘quemado’, tal y como reconocen diplomáticos a Europa Press, algunas de las bazas que en diplomacia existen para hacer ver ante otros países su malestar. Ahora, siguiendo el manual, quedarían como principales opciones la expulsión del embajador argentino y la ruptura de relaciones.

Un primer paso podría haber sido el del comunicado, instrumento al que ya recurrió el Gobierno para responder a la Presidencia argentina el pasado 4 de mayo. Entonces, la Casa Rosada reaccionó de forma virulenta a las palabras del ministro de Transportes, Óscar Puente, apuntando al consumo de «sustancias» por parte de Milei.

En su comunicado, la Presidencia argentina sostuvo que «el Gobierno de Pedro Sánchez tiene problemas más importantes de los que ocuparse, como las acusaciones de corrupción que caen sobre su esposa, asunto que lo llevó incluso a evaluar su renuncia», apuntando ya entonces a la mujer del presidente.

Exteriores respondió rechazando «rotundamente los términos infundados» empleados por la Presidencia argentina, «que no se corresponden con las relaciones de dos países y pueblos hermanos», pero ni Buenos Aires ni Madrid quisieron ir más allá y adoptar medidas más drásticas. El propio Puente, aunque sin disculparse, reconoció que de haber sabido el impacto de sus palabras no las habría pronunciado.

CONVOCATORIA DE EMBAJADOR Y LLAMADA A CONSULTAS

La siguiente herramienta, y en general la más empleada en momentos de desencuentro, suele ser la de la convocatoria del embajador del país en cuestión en el Ministerio de Exteriores, donde o bien simplemente se le traslada el motivo del malestar o la queja o se le hace entrega de una nota de protesta.

En este caso, el Gobierno dejó este gesto para el segundo día y primero optó por la llamada a la consultas de su embajadora en Argentina, María Jesús Alonso. Este es un instrumento mucho más contundente y que supone que el embajador de turno abandona su puesto para regresar a Madrid por un tiempo indeterminado.

Tanto la convocatoria de un embajador como la llamada a consultas del propio son gestos habituales en diplomacia. Lo inusual en este caso es que fuera el propio Albares el que recibió en Exteriores al embajador argentino, Roberto Bosch, para exigirle un disculpa pública por parte de Milei a sus palabras, ya que por regla general suele ser un alto cargo de menor rango el que realiza este trámite.

Además, tanto Albares como Sánchez habían dejado claro que si el presidente argentino no se retractaba entonces adoptarían las medidas que consideraran oportunas.

Este martes, tras constatar que esas disculpas no iban a llegar después de que Milei se reafirmara en sus palabras e incluso defendiera que es a él a quien deberían pedir disculpas desde el Gobierno español, Albares ha anunciado la retirada de la embajadora española en Buenos Aires de forma permanente, lo que deja la Embajada con un encargado de negocios al frente.

Con este gesto, si la crisis con Argentina se recondujera próximamente, a priori el Gobierno tendría que volver a solicitar de nuevo el plácet al Ejecutivo argentino si quisiera que regresara la misma embajadora o nombrar uno nuevo.

La última vez que el Gobierno llamó a consultas –sin llegar a retirar– fue a la embajadora en Nicaragua en agosto de 2021 y cuando meses más tarde quiso enviarla de vuelta el régimen de Daniel Ortega puso pegas, por lo que finalmente se optó por nombrar una nueva embajadora que terminó presentando cartas credenciales en enero de 2023.

EXPULSIÓN DE DIPLOMÁTICOS O EL EMBAJADOR

Tanto con la llamada a consultas como con la retirada de la embajadora, el Gobierno se ha saltado algunos de los pasos previstos en el orden tradicional en diplomacia. Así, por ejemplo, podría haber procedido primero a expulsar a algún diplomático de la Embajada argentina.

Esto es lo que se ha hecho, por ejemplo, con Rusia a raíz de la invasión de Ucrania en febrero de 2022. España, al igual que sus socios europeos, ha procedido a la expulsión de un nutrido grupo de integrantes del personal diplomático de la legación, pero no de su embajador para evitar una medida recíproca de Moscú y quedarse así sin jefe de misión en territorio ruso.

También fue lo que se hizo en 2017 con Corea del Norte. Entonces, el Gobierno de Mariano Rajoy terminó expulsando en septiembre de ese año al embajador norcoreano en respuesta a los ensayos nucleares y de misiles por parte del régimen de Kim Jong Un, pero previamente, y como señal de advertencia, había hecho lo propio con el ‘número dos’ de la Embajada norcoreana.

La expulsión del embajador argentino, quien se da la circunstancia de que presentó cartas credenciales al Rey Felipe VI el jueves pasado en el Palacio Real, podría ser, pues, el siguiente paso por parte del Gobierno. Por regla general, a la expulsión de un embajador se responde de forma recíproca, algo que Argentina no podría hacer en este caso puesto que ya no hay embajadora en Buenos Aires. También aquí el Gobierno argentino debería solicitar el plácet para su nuevo embajador.

La última vez que España expulsó a un embajador extranjero fue en enero de 2018 y entonces fue en reciprocidad a la medida adoptada por Venezuela. El régimen de Nicolás Maduro declaró ‘persona non grata’ al embajador español, Jesús Silva, por los «continuos actos de injerencia en asuntos internos» y España hizo lo propio con el embajador venezolano, Mario Isea, si bien este ya había sido llamado a consultas de antemano en protesta por las sanciones de la UE.

RUPTURA DE RELACIONES

El siguiente peldaño en esta particular ‘escalera’ diplomática sería la ruptura de relaciones diplomáticas. Este sería el paso más drástico y conllevaría el cierre de la Embajada y la suspensión de toda actividad de la misión española. «Sería irracional» llegar a este punto, resume un diplomático.

El último precedente en este sentido se remonta a 1980. Entonces, España rompió relaciones diplomáticas con Guatemala como resultado del asalto por parte de las fuerzas de seguridad guatemaltecas de la Embajada española, donde se habían refugiado un grupo de campesinos. Los hechos se saldaron con 37 muertos, entre ellos tres españoles, uno de ellos el cónsul. Las relaciones no se normalizarían hasta septiembre de 1984 con la firma de un tratado.

Además, el Gobierno tendría a su disposión otra buena ocasión para visibilizar su malestar: la visita prevista de Milei de nuevo a Madrid el 21 de junio para recibir un premio. La Presidencia argentina ha dicho que se mantiene en agenda mientras que Albares ha adelantado que el Gobierno analizará entonces «en detalle qué tipo de visita es la que quiere hacer Javier Milei a España».

En esta ocasión, pese a que el mandatario argentino no había previsto encuentros ni con el Rey ni con Sánchez durante su estancia en Madrid, en la que sí se vio con empresarios para justificar el carácter oficial del viaje, el Gobierno le permitió aterrizar en la Base Aérea de Torrejón y le brindó protección policial.