Alicante, 24 junio. (EFE).- Tarde rotunda de Manuel Escribano, quien ofreció una gran dimensión de torero en plenitud, frente a una desdibujada actuación de Borja Jiménez que paseó una oreja y un Rafaelillo sin suerte, frente a una muy interesante corrida de Victorino Martín, con un toro de vuelta al ruedo.
El primero de la tarde fue un toro medio. Rafaelillo lució a la verónica sin poder deslumbrar por la falta de recorrido del de Victorino en los primeros compases, y en la muleta el murciano encontró mayor acomodo por el pitón izquierdo, lado por el que basó su trasteo de mitad de faena en adelante. Hubo pulcritud y, a la hora de matar, desacierto. En el segundo de su lote nada pudo hacer Rafaelillo más allá de varias largas cambiadas de rodillas iniciales en el tercio. Ello fue debido a la falta de acometividad del de Victorino, que se lastimó en los cuartos traseros tras salir del peto del picador.
Manuel Escribano puso de manifiesto su magisterio con este tipo de toros –y nos preguntamos si frente todo tipo de toros- ante el segundo, un ejemplar al que recibió con una larga cambiada de rodillas en el tercio. Tras banderillear con vistosidad, Escribano limó las asperezas contenidas en las acometidas de su antagonista, fundamentalmente referidas a su cortedad de viaje, aunque excelente humillación. La faena se desarrolló con corrección por ambos pitones sin alcanzar cotas sobresalientes, aunque con mérito técnico, premiado con una oreja.
Lo mejor de la tarde llegó en el encastado quinto, un ejemplar que tuvo entrega y ritmo en sus embestidas y a las que Manuel Escribano dio réplica en una magnífica faena, repleta de ligazón, hondura y templanza no exenta de estética. La conjunción entre toro y torero fue rotunda, con fases de toreo al natural extraordinarias. Además, mató de estocada entera arriba a la primera y, quien más y quien menos –que uno hubo- pensábamos que el de Gerena pasearía las dos orejas del Victorino. Vana idea. El palco solo concedió, incomprensiblemente, una oreja a Escribano, aunque sí acertó en la vuelta al ejemplar de Victorino. La protesta fue unánime y el sevillano fue obligado a dar una segunda vuelta al ruedo.
No anduvo inspirado Borja Jiménez en su presentación en Alicante. El tercero de Victorino embistió mucho y bien, tanto en el buen recibo a la verónica, como a la muleta del sevillano, que no aprovechó en plenitud las embestidas de su antagonista, quizás acuciado por el ansia de triunfo. El trasteo quedó en algún chispazo fugaz, pero le faltó rotundidad y acople óptimo. Y tres cuartos de lo mismo aconteció en el manejable sexto, frente al que Jiménez se justificó con un toreo más aparente que profundo que, sin embargo, fue premiado en igual cantidad que la gran faena de Escribano el quinto. Cosas veredes, Nicomedes.
Ficha: Plaza de toros de Alicante. Sexto festejo de feria. Corrida de toros. Más de media entrada.
Se lidiaron seis toros de Victorino Martín, bien presentados. De interesante juego. Mejor el tercero, ovacionado en el arrastre, y el quinto, de nombre Boliviano, número 1, premiado con la vuelta al ruedo. También sirvieron tercero y sexto.
Rafaelillo (de grana y oro): dos pinchazos arriba (ovación con saludos); pinchazo y estocada baja (ovación con saludos).
Manuel Escribano (de grana y oro): estocada desprendida y trasera (oreja con aviso); estocada entera arriba (oreja con gran petición de la segunda y dos vueltas al ruedo).
Borja Jiménez (de malva y oro): tres pinchazos y estocada casi entera arriba (ovación); estocada desprendida y algo delantera (oreja).
Manuel Escribano salió a hombros. Roto el paseíllo, Francisco José Palazón recibió una placa por parte del ayuntamiento de Alicante, su Escuela Taurina y el empresario Nacho Lloret, en recuerdo a su alternativa, producida en este mismo ruedo hace veinte años.
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