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El expresidente se ha dedicado a mostrar a su contrincante como un adversario débil, senil y confundido. Ahora está preparando a sus seguidores para la posibilidad que a Biden no le vaya tan mal en el encuentro de la próxima semana.
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El martes, a los pocos minutos de haber comenzado su discurso en un mitin de campaña, Donald Trump hizo una pregunta a los pocos miles de personas que habían acudido a escucharlo. «¿Alguien va a ver el debate?».
Aunque Trump se encontraba en Racine, Wisconsin, era claro que su mente ya estaba en Atlanta, el lugar elegido para su enfrentamiento contra el presidente Joe Biden la próxima semana. Varias veces reflexionó sobre las posibles situaciones que podría encontrar, bajando las expectativas de que dominaría a Biden y luego, como si no pudiera evitarlo, volviendo a elevarlas.
El juego de las expectativas es un reto singular para la campaña del expresidente. Trump, de 78 años, lleva meses describiendo a Biden, de 81, como un hombre que apenas puede caminar o formular frases completas. Los republicanos han difundido una serie de videos de Biden caminando con rigidez -algunos han sido editados de manera engañosa- que se supone que muestran el declive de Biden.
En Racine, los partidarios de Trump demostraron que visto ese contenido. «¡Biden no puede ni pararse!», gritó una mujer durante el discurso de Trump. Cerca de ella, otra mujer llevaba una camiseta con una foto de Biden que decía: «Destitúyanme. No lo recordaré».
Sin embargo, Trump también estaba preparando el terreno para que su versión caricaturizada de Biden se viniera abajo la próxima semana. De manera evidente, tuvo problemas para responder a la pregunta obvia: ¿Qué tal si Biden supera el bajísimo estándar que Trump le ha puesto?
Tenía respuestas, eso sí. Si eso llegara a ocurrir, sería solo porque Biden estaría «prendido», dijo a sus seguidores, insinuando que el presidente inhalaría un montón de cocaína antes del evento, ya que la droga fue encontrada recientemente en la Casa Blanca por el Servicio Secreto, aunque los investigadores nunca supieron cómo llegó allí, y la droga no estaba vinculada al presidente ni a nadie de su familia. (Sin embargo, cuando solo ha transcurrido una semana del juicio en Delaware en el que se ventiló públicamente la lucha de la familia presidencial contra la adicción de Hunter Biden, ese señalamiento fue particularmente duro).
Trump también les advirtió a sus seguidores que desconfiaran de todo el asunto del debate en general, aunque su campaña negoció con anterioridad los términos de su participación. Deben tener en cuenta -dijo- que se enfrentará a varios adversarios a la vez; no solo a Biden, sino también a los dos moderadores de CNN, Jake Tapper y Dana Bash, quienes, agregó, son constitucionalmente incapaces de darle un trato justo. «Debatiré con tres personas, en lugar de con media persona», dijo.
Aunque está claro que físicamente Biden ha disminuido su ritmo, y su andar se ha vuelto más tieso en los últimos años, en febrero su médico lo declaró «apto para el servicio». Trump no ha revelado un informe detallado de su estado de salud, y ninguno de los dos ha hecho pública una evaluación exhaustiva de sus facultades mentales.
Recientemente, Trump ha estado experimentando sus propias aventuras en el envejecimiento, a la vista de todos. La semana pasada, presumió de haber superado una prueba cognitiva cuando era presidente, pero confundió el nombre del médico que se la había administrado. También ha confundido a Nancy Pelosi con Nikki Haley y a Biden con Barack Obama.
Por eso, los demócratas también han estado consumiendo sus propios videos, en los que ven señales de senilidad en las curiosas divagaciones de Trump acerca de tiburones y barcos con baterías eléctricas, o en la forma en que confunde las palabras, como sucedió en el mitin del martes, cuando atacó a la campaña de Biden por decir que «los videos del retorcido Joe arrastrando los pies son falsificaciones limpias». Y le preguntó al público: «¿Saben lo que es una falsificación limpia?». Lo que Trump realmente quería decir es «falsificación barata»; imágenes reales que han sido editadas de manera engañosa, omitiendo el contexto mediante acercamientos o recortes.
En Racine, algunos de los partidarios de Trump tenían una visión un tanto más matizada de los videos de Biden, el factor de la edad y cómo todo eso influía en las expectativas para el próximo debate.
«Por supuesto, los vemos en todos los canales y en internet», comentó Marjean Stern, una jubilada de 79 años de Kenosha, Wisconsin, refiriéndose a los videos de Biden. Sin embargo, tomando en cuenta su propia edad, confesó sentirse un poco incómoda por la forma en que su candidato se ha deleitado con los momentos de aparente senilidad de Biden.
«Somos mayores, así que eso no nos gusta», dijo. «No quiero burlarme de él. Yo soy él».
Will Moes, de 23 años, quien acaba de graduarse en la Universidad de Wisconsin-Madison y votará por primera vez en unas elecciones presidenciales, dijo que aceptaba que los videos de Biden podrían estar editados para hacerlo parecer desconcertado. «Pero en muchos de los contextos en los que los ves, cuando ves los videos completos, es difícil falsificarlos», dijo.
Para Moes, los errores verbales de Trump eran las meteduras de pata normales de un candidato hablador, no señales de envejecimiento. Y de cara al debate de la semana que viene, concordó con el escepticismo de Trump sobre la imparcialidad con la que los dos candidatos serían juzgados.
Mientras Biden «se mantenga en pie y no se desmaye ni deje de hablar durante dos minutos, los medios de comunicación liberales lo van a presentar como ganador, pase lo que pase; eso es lo que da miedo», dijo.
Trump estuvo hablando poco más de una hora el martes en medio del calor de inicios de verano, con el lago Míchigan resplandeciendo detrás de él mientras relataba cómo había ganado en el estado en 2016, antes de perderlo en 2020. «Miren ese hermoso lago», dijo desviándose del tema. «¿Qué es mejor, esto, o sentarse en el Pacífico o el Atlántico, que tiene tiburones?», preguntó. «Ustedes no tienen tiburones. Esa es una gran ventaja. Me quedo con el que no tiene tiburones».
El expresidente Donald Trump ha bajado las expectativas para su debate con el presidente Biden que se celebrará el 27 de junio. (Doug Mills/The New York Times)